Carne de Carnívoro
Si se veía inofensivo,
el muy cabrón…
Y resultó agresivo,
como la sal abrasivo,
por la espalda le apuñaló…
no hubo más,
que hacer de tripas, corazón.
Aparte de ladrar todos los días,
todos los días ladrón.
si se mordía así mismo!!
y le arrancaba pedazos
a los suyos... entre abrazos.
Como es que no le vió…
si le dejó los restos
de lo que él quedó…
a sus pies, a sus ojos,
en sus caras, en sus gestos…
Mala sangre, deshonestos!!
Sin que se dieran cuenta
con caricias propias de su especie,
limpiándose de obstáculos,
lamiéndoles los testículos…
salivando sus hocicos
riendo como hiena,
a carcajadas!!
de todo, de nada…
cuando lo quiere, no para;
si muerde y si ladra!!
Y no es que sea un perro!!
pues los perros son leales!!
algo que el no tiene!!
algo que el no sabe!!
No era cosa rara, pues…
que marcando territorio
con orina mal oliente;
como nunca, como siempre…
lograra su cometido,
dejándole mal herido,
como animal ponzoñoso
que su presa come sola
y que pica con la cola.
Y las otras tan calladas,
sigilosas, amaestradas,
ladrando al unísono,
Hijas de perras!!
mas no perras por lo mismo…
que no hicieron nada,
en su mundo monótono
esperando en su guarida
por aquél amenazadas,
los restos de la estrangulación
que este mismo les llevaba
y en el hocico les daba
mezcladas con su eyaculación
para que se quedaran calladas
y asegurar la camada...
Sin motivo, sin razón.
he conocido putas mas dignas
mas puras, con mas corazón.
Como es qué no le vió!!
como es qué no dolió!!
si la mordida fue vil,
fue a matar, a morir!!…
a la yugular…
y no sintió de verdad,
por que el muy pendejo también
se sintió parte del clan,
que iluso también él!!
por confiar en ese can…
tan animal, tan alacrán…
tan amablemente cruel.
Con su semblante amarillo,
y su voz como martillo
asesino doble cara,
con el dedo en el gatillo
y su carne en el colmillo;
las manos le pisoteaba
mientras las otras lo amamantaban
Heridas, babeantes se acicalaban.
Con una de sus garras
le arrancaba la mirada,
mientras con la otra...
saludaba al que llegaba,
entre sonrisas agridulces
la bienvenida le daba;
Pintándole en la frente
Con “tu” sangre tres cruces.
Sangre, carne, heces…
Si se veía inofensivo.
El muy cabrón.
Y resultó que no.